Jean Claude, de Haití.

Él y el P. Gladimir Gerard hicieron posible la escuela para niños sin recurso de la zona rural que hemos construido en Fonfrede (Haití)

¿Qué palabras hay para explicar la resurrección?

Por el padre Thomas Rosica, c.s.b.

Pascua es la promesa de que cada uno de nosotros recibirá la visita de la muerte. Pero lo más importante de la Pascua es la certeza de que la muerte es un cambio de vida y no el fin de la vida. La Pascua nos obliga a remirar cómo Dios nos reconforta y nos da la fuerza de perseverar, tanto en los momentos más ensombrecidos por el sufrimiento como en las más pequeñas pruebas. El misterio de la Pascua nos da una nueva identidad y un nombre nuevo: somos salvados, rescatados, renovados; somos cristianos y ya no tenemos necesidad de tener miedo ni de desesperar. La tumba no ha podido retener al Señor de la Vida.

Las lecturas del Triduo, especialmente la de la Vigilia Pascual y las de la mañana de Pascua, nos permiten entrever el sentido de la Pascua. ¿Qué palabra hay para explicar la resurrección? Debemos admitir honestamente  que no tenemos palabras. Sólo metáforas, imágenes que nos invitan a entrar en este misterio más allá de las palabras. 

Es casi imposible sentarse al ordenador y escribir sobre la resurrección de Jesús a partir de un muerto. No escribimos en el portátil o en el móvil “Jesús ha resucitado”, debemos dar testimonio:
Si la resurrección fuera verificable históricamente, Dios no lo hubiera hecho en la oscuridad, sin testigos. La resurrección fue un suceso entre Dios Padre y Dios Hijo por el poder de Dios Espíritu. Ni un solo Evangelio puede contar cómo sucedió esto. La resurrección no es una cuestión teórica, sino una cuestión del corazón que puede ser  solamente experimentada en el seno de la liturgia de una comunidad.

Para ser plenamente vivida y comprendida, la resurrección requiere un entorno con  canto, escenas, el pan y el vino, instrumentos de música, palabras de bienvenida, gritos de alegría, colores brillantes y, sobre todo, la presencia de personas reales, incluso aquéllas que no son “practicantes” frecuentando regularmente la comunidad parroquial. La victoria de Jesús sobre la muerte pertenece a la pastoral, a la vida sacramental y a la misión de la Iglesia en el mundo.

¿Cómo y dónde Jesús está vivo y presente en nuestra propia experiencia, en nuestra Iglesia y en nuestro Mundo?

Ante todo, Jesús está vivo en todas las personas que  predican y enseñan. Está presente en tanto que es Palabra y Sacramento; signo de unidad de su pueblo sobre la tierra.

Nosotros reconocemos que Jesús está vivo y humildemente presente en la Iglesia, en el mundo y en nuestras propias vidas, a menudo en la oscuridad, en cosas que pueden no ser aparentemente visibles o comprensibles desde fuera, pero que, cuando son vistas desde dentro, nos revelan la presencia viva del Señor resucitado.

Cuando examinamos cuidadosamente nuestras propias vidas, podemos asustarnos por nuestros pecados, nuestra debilidad, nuestra ambigüedad, duplicidad y vacío. Somos pobres, débiles, desesperados y parecemos incapaces de ser vasijas de arcilla portadoras de resurrección. Pero gracias al amor del Señor, a su poder, a su misericordia y a su presencia inmortal, incluso nuestras propias vidas pueden convertirse en manifestaciones de la gloria del poder del Hijo de Dios. La Pascua nos invita a mirar el pasado con reconocimiento, a proyectar el porvenir con esperanza y a vivir el momento presente con  admiración.

La Pascua es la respuesta gloriosa de Dios a las preguntas sobre el sentido de nuestras vidas. A partir de ahora, la única experiencia de vida y de muerte que tiene valor es la de los primeros discípulos – ser uno de los que ha visto al Señor – reconocer que ha resucitado  y compartir con otros esta alegría increíble, esto es lo que os deseo en esta fiesta de Pascua…