Violencia en la República Centroafricana

Bangui domingo 8 de diciembre

La noche del sábado al domingo pareció ser la más tranquila desde el comienzo de las violencias de estos últimos días en Bangui. Pero las informaciones recibidas a  primeras horas de la mañana nos dieron a entender que la realidad era muy diferente. En efecto, la  Seleka continúa reprimiendo, pillando, violando, matando.  Continúan cometiendo todas las exacciones que les son reconocidas, pero desde ahora  en " modo silencioso ": 

Han ido casa por casa en los barrios de Castor, Kilómetro 5, 5º distrito, Kattin, Bimbo, Fouh, Bégo.  Amenazan con sus fusiles, hieren o matan con los machetes. Así evitan  atraer la atención de la vecindad y de las patrullas franco-africanas.  Al amanecer se han descubierto muertos y heridos en las localidades citadas  y en sus alrededores.

Sobre el plan pastoral, las misas dominicales se han  celebrado solamente por la mañana en las parroquias, las de la tarde imposible de celebrar por la situación de inseguridad.

La participación  varía de una iglesia a otra, pero en general ha bajado mucho.  El vicario de la parroquia de Nuestra Señora de África dice: «hoy  por primera vez en mi vida he dicho la misa con nueve fieles en una parroquia que tiene  a menudo 3.000 fieles los domingos. Pero allí donde   dos  o tres se reúnen  en mi nombre, dice Jesús, allí estoy yo en medio de ellos. Cristo estaba con nosotros y todavía está con nosotros...»

Esta misma parroquia fue víctima otra vez de las exacciones de la Seleka. Así se expresa el cura: «¡Oh Séléka!  Hoy a las 11h 30 es la tercera vez en dos días que nos hacéis una visita. El balance: un vehículo pick-up robado y tres coches dañados... Gracias a la intervención de un feligrés y de los militares franceses,  no pudieron irse con otros coches». ¡Estos hombres sin escrúpulos! No les importa ni los lugares sagrados... Pero una cosa es segura: Dios no dejará de escuchar  las múltiples oraciones  que hombres y mujeres le hacen  llegar por la República Centroafricana.”

Rezar por la paz, es lo que se ha hecho en todas las parroquias; también  en la misa concelebrada por el arzobispo de Bangui y el obispo de Bossangoa en la parroquia san Pablo  de Bangui, momento en el que los entregaron un mensaje de protesta  por las últimas violencias en Bangui; también  en Roma han celebrado una eucaristía  los sacerdotes de África Francófona con sus obispos respectivos por las intenciones del pueblo centroafricano.

Después de las eucaristias, al final de  la mañana, algunos de los refugiados  quisieron volver a sus casas. Pero enseguida, la calma chicha de los barrios, la reanudación de las represalias puerta a puerta, las maniobras  militares de la  Seleka y la circulación de  musulmanes armados les disuadieron.  Decidieron volver a los terrenos parroquiales.  Incluso allí,  la Seleka quiso entrar por una u otra razón. Como sucedió en  la parroquia  de  San Carlos Lwanga de Bégoa que recibió dos visitas de la Seleka que afirmaban venir «para buscar a alguien».

Por la tarde,  los Ministros de  asuntos sociales, de la salud, y de la juventud y del deporte, bajo una escolta fuerte de la Seleka,  fueron a algunos sitios  para - dicen ellos - «visitar a los desplazados».  Casi nadie les ha querido recibir. Porque nadie quiere que los  mismos  que mataron y causaron el desplazamiento de los habitantes vuelven bajo el pretexto de "visitar".

 

La afluencia de los desplazados  en las parroquias sigue  creciendo.  El Padre Léon, sacerdote salesiano de Don Bosco dice: «hay según nuestras encuestas más de 18.000 personas. Anoche tuvimos el refuerzo de la FOMAC chadiana, pero la población les dijo no a los chadianos.  Les pedimos que se fueran. Allí acabamos de recibir a la FOMAC congolesa.»  (Muchos de la Seleka son Tchadianos, y están en connivencia con los de la FOMAC)

Más de 2.000 desplazados encontraron refugio en casa de los padres Carmelitas de Bimbo.

En Bossangoa, la tensión bajó un punto gracias a la llegada ayer  de los militares franceses que patrullan que patrullarán de ahora en adelante en esta ciudad. Pero los  40.000 desplazados acogidos en el  obispado siguen allí.