7 de marzo.
Tercer Domingo de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 3, 1-8a; 13-15

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.»

Respondió él: «Aquí estoy.»

Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.

El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.»

Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: «El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros.» Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»

Dios dijo a Moisés: —«Soy el que soy»; esto dirás a los israelitas: «‘Yo soy’ me envía a vosotros». Dios añadió: —«Esto dirás a los israelitas: «Yahvé (El es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación».

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 102.

Antífona: El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:

—«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»

Y les dijo esta parábola:

—«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?»

Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas».

Comentario a la Palabra:

Zarza que arde sin consumirse

“Torre se derrumba en Siloé. 18 muertos”. “Sangrienta represión. Tras la masacre, Pilatos se burla de la sangre derramada”. Jesús comenta los titulares de la jornada, y no son buenas noticias.

Con breves pinceladas, el evangelista traslada al lector el sentimiento de agobio que reinaba en la sociedad judía de aquel tiempo. La presencia aplastante del mal en todas las esferas: en la política, en las relaciones familiares, en las instituciones religiosas,...

Cristo no le quita hierro al asunto ni echa la culpa sólo a la brutalidad de los romanos o a la avaricia de los promotores que utilizan deficientes materiales de construcción. Les dice que, de un modo u otro, todos participamos de este mal que parece embadurnar todo.

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La situación de Moisés, en la primera lectura, no es menos oscura. No está en el desierto de turismo rural. Ha tenido que huir tras matar a un hombre, un egipcio que estaba maltratando a un compatriota judío. Lejos de arreglar las cosas, con este gestode ira se acarreó el rechazo de los suyos, a los que creía proteger: “¿Piensas asesinarme como asesinaste al egipcio?” – le había dicho uno de los esclavos hebreos, cuando Moisés trataba de mediar en una pelea.

Moisés tiene que huir al desierto, lejos de la ley y de una sociedad que se ha vuelto enemiga. El que había sido educado como un príncipe se gana ahora la vida como pastor de ovejas. Pasa mucho tiempo solo, nomadeando con el rebaño de su suegro, hasta llegar al Horeb. Aún no sabe que ha entrado en la montaña de Dios.

Sobrecoge de este relato la simplicidad de las palabras del encuentro con el Dios que le llama desde la zarza:

WAYÓMER MOSHÉ MOSHÉ
WAYÓMER HINNENI
(Y-dijo: Moisés, Moisés.
Y-dijo: Aquí-estoy)

La economía de la narración realza lo simple y trascendental de aquel encuentro entre Dios y un ser humano. En el silencio del desierto, Moisés escucha sencillamente su nombre.

Y todo cambia, no sólo para esta persona, Moisés, sino para su pueblo, Israel. Es más, no sería exagerado decir que estamos ante uno de los puntos de inflexión en la Historia de la Humanidad.

En el diálogo que sigue al “Moisés” de Dios y al “Hinneni” (Heme aquí) del hombre, se revela el nombre divino, YHWH, tradicionalmente escrito así, sin vocales, pues no debe ser pronunciado, por respeto. El pasaje nos revela el significado secreto de estas cuatro letras: “Es” o aún mejor en español: “Está”. Dios es aquel que “está”.

El Invisible no dice mucho acerca de sí, su respuesta tiene algo de elusivo, pero lo que revela basta. “Yo estoy contigo”, “Te acompaño”, “Estoy ahí”. El Dios que guió a Abrahán, Isaac y Jacob afirma estar ahora al lado de Moisés y de su pueblo de esclavos.
El “Yo estoy” de Dios no es el enunciado de un “ser” trascendente y puro alejado del mundo, sino la revelación de un Dios que está con los humanos que sufren.

Las feministas norteamericanas acuñaron el slogan “personal is political”. Las situaciones de opresión que sufren muchas mujeres no son sólo un “asunto personal” algo privado que le pasa a una persona desdichada. Son fruto de una estructura social perversa que requiere para su solución también de medidas políticas.

Dios se acerca a Moisés, el hijo de un esclavo educado por accidente como un príncipe, un fugitivo que se gana la vida como pastor, en mitad de un inmenso desierto. Dios sabe que el problema de Moisés no es sólo “personal”. Al tocar su corazón, se pone en marcha un proceso de liberación que afectará a todo un pueblo y a través de la Historia inspirará a incontables hombres y mujeres en busca de liberación.

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Jesús ha estado bregando durante tres años, ha recorrido las aldeas de Galilea con su Buena Noticia y sus curaciones, pero los resultados han sido escasos, la higuera, símbolo de Israel, sigue sin dar fruto. El mal aparece campante, como siempre, y lo que es peor, parece contar con nuestra complicidad.

El cinismo es un tumor del mal en el corazón humano: “¿Qué más da? Si todos son unos farsantes. ¿Tú qué te crees? ¿Que vas a cambiar el mundo?”

El mal se hace fuerte en la desesperanza, que a veces se presenta bajo el ropaje de un pesimismo intelectual y cultivado. ¿Cuál es la diferencia entre una persona sabia y una resabiada?

- Un año más -. Le pide el campesino al terrateniente impaciente por los frutos de la higuera. Pero no un año sin más, sino un tiempo de especiales cuidados, con ración extra de fertilizante.

Este “año extra” es una metáfora de la Cuaresma. Se nos pide una atención especial porque Cristo va a hacer un esfuerzo especial para nutrirnos, para que podamos restablecernos en lo que es más nuestro: nuestra capacidad de dar fruto, de hacer el bien.

Decimos de quien tiene una resistencia increíble, de alguien que lo intenta una y otra vez a pesar de los reveses, que es un “incombustible”. Dios es “incombustible” afirma el libro del Éxodo, al provocarnos a reconectar con esa bondad que duerme en cada uno.

Y somos invitados a asombrarnos ante la zarza que arde sin consumirse, Dios que se hace presente en nuestros desiertos. Él nos llama por nuestro nombre.

Y sin negar la realidad del mal, presente incluso en nuestro interior, Jesús hace la defensa de la higuera que no ha dado fruto.

Este va a ser el año.