5 de diciembre.
Segundo Domingo de Adviento

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de Isaías 11, 1-10.

Aquél día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor.  Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquél día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles y será gloriosa su morada.                       

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 71.

Antífona: Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.

Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

SEGUNDA LECTURA. 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 15, 4-9.

Hermanos:

Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.
Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios.  Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia.  Así, dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré tu nombre.»

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 3, 1-12.

Por aquél tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»

Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos’. Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: “¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: ‘Abrahán es nuestro padre’, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Comentario a la Palabra:

Sin falsas ilusiones

Escucho en la radio que la decoración de Navidad instalada en Madrid este año lo mismo vale para estas fiestas que para los carnavales.

No se quieren signos religiosos, pero sí la “luz”.

Coincide esta anécdota con todo lo que nos está llegando por la prensa sobre lo que fue para EE UU información secreta, y ahora sale a  la luz.

No se quieren signos religiosos, pero socialmente cada vez hay un mayor rechazo a la “manipulación de la verdad”.

Pocas veces durante un Adviento hemos vivido una situación mundial de destape de la falsa diplomática tan sugerente.

Resulta que de cerca, nadie, o pocos, son como pensamos … y de lejos, tampoco. Que todos estamos faltos de un cambio de rumbo.

“¡Camada de víboras!” decía la primera comunidad cristiana en sus discusiones con los “aparentes y religiosamente correctos”. Nos lo repite el evangelio este domingo a los que acudimos a celebrar la eucaristía. “No os hagáis ilusiones” con vuestros privilegios. Tengas la responsabilidad y los honores que tengas, estás expuesto a la mirada de todos, a la verdad de lo que significas y eres.

San Mateo pone este domingo palabras duras en boca de Juan Bautista. El último del Antiguo Testamento. Así comprendemos mejor lo nuevo de Jesús.

Ni el hacha, ni el fuego inextinguible pertenecen al mensaje de Jesús. Aunque socialmente, cuando la luz pone ante nuestros ojos la manipulación y la mentira, aún se saca el hacha y se prende fuego a quienes aparecen como protagonistas de acciones detestables. ¡No hemos avanzado tanto!

Se pretende condenar a muerte a quien blasfeme contra el profeta Mahoma. ¿Comunión en la mano o en la boca? ¿Podremos saber lo que ha querido decir Benedicto XVI al hablar del condón?

En una parroquia de Puerto Príncipe he encontrado el siguiente cartel:

“Hay un falla en este mundo y por ella entra la luz”. Hay que tener valor para recordar a toda una comunidad la verdad sobre la que camina cada día. Algo así hace con nosotros el Evangelio de este domingo al pedirnos que prestemos atención al camino que estamos recorriendo.

Adviento, tiempo para descubrir que Él espera de nosotros acciones, frutos propios de su Reino. Quizás estemos caminando sobre grietas o paralizados ante ellas. Lo decisivo no es eso, sino el generar respuestas, girar de modo que podamos “dar el fruto que pide la conversión”

Ni hacha, ni fuego … generosidad que haga girar la dirección de nuestras vidas, de nuestro mundo. Sin falsas ilusiones.

La respuesta viene del desierto, de la falla, de la carencia, del sufrimiento.
No es cuestión de símbolos sino de bautismo “en Espíritu Santo y Fuego”. ¿Qué será ese Fuego? ¿Lo intuyes? No te quedes en la decoración, ni en lo externo. Prestemos primero atención a la verdad de nuestras vidas.

Así es como en esta preparación a la Navidad el Evangelio nos pide la conversión que se reconoce por sus frutos.

Fariseos y Saduceos llegaban a Juan confiados en sus méritos, ropajes, privilegios, en la “decoración” … pero no había luz  en sus vidas, ni grano compartido. Cuando “lo religioso” nos hace como ellos, nos incapacitamos para descubrir a Dios en el pequeño de Belén, en el humano que Dios nos confía. Si el “otro” no está, Dios tampoco.

Desde el desierto de nuestras vidas, desde las fallas sociales, se nos pide dar un giro, modificar la dirección para que sea posible la paz en la justicia, la alegría en la simplicidad, la verdad en el ser que somos.

Para que dejemos presentir que SU REINO ya está en medio de nosotros.