20 de julio.
Domingo XVI del Tiempor Ordinario

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19.

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar su sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 85.

Antífona: Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
“Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios.”

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 8, 26-27.

Hermanos:

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu y que su intercesión por los santos es según Dios.

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 24-43.

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?’

Él les dijo: ‘Un enemigo lo ha hecho’.

Los criados le preguntaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’

Pero él les respondió: ‘No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ´Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’.»

Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Comentario a la Palabra:

Dejadlos Crecer Juntos
hasta la Siega”

La parábola de la cizaña, que hoy ocupa la parte mayor del evangelio, reproduce las tres fases de composición del evangelio: relato base (Mateo 13,24-30); explicación alegorizante (vv. 36-39); aplicación en forma de peroración eclesiástica (vv. 40-43).

El relato resulta verosímil, si bien cabe discutir la posibilidad de distinguir claramente el trigo de la cizaña durante el tiempo de maduración de ambas gramíneas.  Resulta intencionada, sin explicación en las costumbres campesinas, la orden de recoger “primero” la cizaña para quemarla, como tarea más urgente.  Dando el relato por bueno, tendríamos el caso de una parábola “abierta” en labios de Jesús, que reflejaría el tono comprensivo e integrador del evangelio.  Al ser utilizada en la predicación de las primeras comunidades, la parábola se modificó mediante una explicación alegórica recogida en un prontuario bien preciso al servicio del predicador:  el sembrador de la buena simiente es el Hijo del Hombre;  el de la cizaña es el diablo, etc.  Sorprende que tanto la buena como la mala semilla se personifiquen: hijos del reino e hijos del maligno.

La predicación del evangelio en las primeras comunidades “cerró”, esto es, fijó la explicación.  La comunidad primitiva fue la primera “intérprete” de las parábolas.  Después los redactores del evangelio modificaron aún más la interpretación.  En este caso, se añadieron en la peroración final dos referencias debidas a un buen conocedor del Antiguo Testamento.  Una es la alusión al “horno de fuego”, kaminos tou pyrós, en el que fueron arrojados los tres jóvenes que se negaron a adorar la efigie del rey babilónico Nabucodonosor (Daniel 3,6).  En la aplicación de la parábola serán arrojados al horno todos los malvados, literalmente “los hacedores de maldad”, según una expresión frecuente en los Salmos para señalar a los po´alê awen, “hacedores de anomía”, que viven al margen o en contra de la Ley.

La segunda referencia es una cita casi literal de un estribillo popular del canto de Débora: “Así perecerán todos tus enemigos.  Pero los que te aman serán como el sol cuando se alza en todo su vigor” (Jueces 5,31).

Este análisis no interesa sólo a un estudio crítico del texto.  Permite acercarnos a lo que originalmente pudo ser la predicación del evangelio.  Una vez más la parábola nos desconcierta, porque nos invita a dejar crecer juntos el mal y el bien.  No es eso lo que generalmente se ha pensado ni la política que se ha seguido.  Hoy es posible comprender mejor esa que llamaríamos actitud buenista o tolerante hasta extremos que soliviantan con razón a las víctimas de los malvados, de los obradores de iniquidad.

Pero las parábolas no formulan normas para aplicar tal cual.  Buscan ante todo “redimensionar” el marco de la realidad, a fin de abrir nuevas alternativas.  Para realizar este cambio hace falta un lenguaje hecho de metáforas, de aforismos, que no tenga miedo a expresiones chocantes ni a los mismos juegos de palabras.  Hay que bombardear con todos los medios a mano los viejos baluartes, para poner en cuestión la visión habitual del mundo.  Por eso mismo, aun manteniendo ciertos rasgos de verosimilitud, las parábolas no narran lo que sucede cada día, sino algo sorprendente capaz de suscitar la atención.   Para J. D. Crossan el impacto de choque en la parábola se produce por la contraposición entre el relato “potencial”, el que nosotros normalmente construiríamos con los datos de partida, y el relato tal como es desarrollado de manera nueva por la parábola.   En el caso de la cizaña nosotros nos inclinaríamos por arrancar y quemar ya sin más la mala hierba.  El relato original, sin las añadiduras posteriores, propone una línea de conducta que no esperábamos y que muchos se resistirán a seguir.
Es la técnica que B. Brecht definía como Entfremdung, “extrañamiento”.  Los evangelistas la utilizaron al seleccionar el material con que quisieron expresar la novedad del anuncio del evangelio, reflejado en el comportamiento de Jesús tan favorable a destacar los aspectos positivos de publicanos y pecadoras (Mateo 21,31-32).

El diálogo con el texto nos lleva a una verdadera metánoia o cambio de mentalidad.   Si el texto deja de ser un mensaje cifrado, el oyente de la parábola deja de ser el mismo que era antes, ya que, interpelado o cuestionado por el texto en su modo precedente de entender la vida, entra en el camino de la conversión.

La hermenéutica de la parábola se orienta a una hermenéutica de la praxis, pues el sentido del relato crea una referencia a la vida.  Muchas veces habrá que superar la irritación ante el modo de actuar los personajes de la parábola comparado con nuestro modo de actuar o con nuestra experiencia de las formas de actuación en el mundo. Superando obstáculos, llegaremos a una transferencia de la significación de la parábola a nuestra propia existencia.    No se trata de una copia ciega de la actuación de los personajes ni tampoco de una interiorización o espiritualización de lo que la parábola refiere a situaciones materiales o concretas de la vida, sino de un dejarse llevar a formas creativas de comportamiento que traduzcan en una decisión de vida la iluminación recibida por fe.  Por este camino la parábola desembocará en metánoia, en cambio de corazón y en cambio de vida.

La perspectiva radical o chocante que ofrecen las parábolas será de gran ayuda para luchar contra los esquemas prediscursivos con que la tradición crea la ficción de lo obvio o evidente sin más. No se trata de exigir a la víctima que conviva con el asesino.  Pero sí podríamos empezar por desterrar de nosotros los gestos anatematizadores.  Esperamos que Dios nos perdone porque estamos dispuestos a perdonar.  Algo sería que comenzáramos por desterrar expresiones globales de rechazo del prójimo, como “no lo soporto”, “no lo trago”.  Aprenderíamos a no negar toda oportunidad de cambio a quienes hoy por hoy andan extraviados.