25 de junio.
Domingo XII del Tiempo Ordinario

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13.

Dijo Jeremías: «Oía el cuchicheo de la gente: ‘Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo’. Mis amigos acechaban mi traspié: ‘A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él’. Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.»

SALMO RESPONSORIAL.  Salmo 68.

Antífona: Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. 
Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. 
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.

Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. 
Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas.

SEGUNDA LECTURA. 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 5, 12-15.

Hermanos:

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley.  A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.

EVANGELIO. 

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 10, 26-33.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.  No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. 

¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos?  Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre.  Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados.  Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.  Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Comentario a la Palabra

“Valéis más vosotros
que muchos gorriones”

El gorrión, llamado en hebreo zippor deror (“pájaro libre”, pues, aunque viva en zonas habitadas, no puede ser domesticado), es el pájaro más común en Israel y por eso aparece con frecuencia en dichos proverbiales tanto en el evangelio como en la literatura judía.

En este tiempo en que tantas calamidades están cayendo sobre nosotros, hay que ser muy inconsciente o muy duro para pasar tan superficialmente sobre el sufrimiento del mundo.  En este medio año que llevamos se han ahogado ya en el Mediterráneo  tantas personas como en los doce meses de años precedentes.  Este verano entra con las imágenes fantasmales del fuego que asola Portugal, un fuego como no se conocía.

Y sobre ese cuadro de muerte y destrucción el evangelio se atreve a hacer una gracia con los gorriones o los cabellos que caen de nuestra cabeza.  Pero no, no es una salida graciosa para esquivar el problema del sufrimiento de los inocentes.  El texto de Mateo 10,26-33 tiene una redacción muy similar en Lucas 12,2-9.  No es, pues, una salida ocasional sino que se trata de una enseñanza importante para los redactores del evangelio. Incluso es posible que las palabras reflejen una exhortación salida directamente de labios de Jesús.  San Justino mártir recoge casi literalmente el texto de Mateo:  No temáis a quien puede quitaros la vida, nada más; temed a quien, después de quitaros la vida puede arrojaros, alma y cuerpo, a la gehenna.

La referencia al lugar en que se quemaba la basura de Jerusalén, el “valle de Hinnon”, utilizado también para sacrificios a Baal, nos remite al ambiente de la escatología judaica.  Por eso resulta difícil explicar las alusiones que sugiere este evangelio.  Hay, sin embargo, una referencia clara a la persecución que sufrió Jesús hasta la muerte.  Los fariseos le acusaban de echar demonios “por el nombre del príncipe de los demonios” (Mateo 9,34).  Cuando el evangelio de Mateo reconstruye el discurso de la misión, los cristianos eran perseguidos por el judaísmo oficial, escribas y fariseos, que los remitían a los “tribunales y sinagogas” (Mateo 10,17).  No podían esperar otra cosa, pues “el discípulo no está por encima de su maestro;  le basta al discípulo ser como su maestro y al siervo ser como su señor” (Mateo 10,24-25; Lucas 6,40; Juan 13,16).

Ante esa situación de persecución programada, era de temer que la comunidad cristiana se dejara intimidar.  Por eso la repetición del “no tengáis miedo” hasta tres veces (Mateo 10,26.28.31).  Una repetición triple se encuentra también en Mateo 6,25-34 (“no andéis preocupados por la vida … por el cuerpo”).  Es una invitación a mirar más alto:  “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta.  ¿No valéis vosotros más que ellas” (Mateo 6,26).  De nuevo la pregunta que se hace el evangelio de hoy.  En ambos casos, sin respuesta.  Es propio de la reflexión judaica acumular ejemplos que distraen del problema central con alusiones a puntos que nunca lograremos explicar:   ¿cuántos pelos hay en una cabeza?  ¿cuántas arenas en el mar?  ¿cuántas estrellas en el cielo?  ¿cuántos pájaros caen del cielo?  El Creador conoce la respuesta, que a nosotros nunca se nos  alcanza.

Los cristianos fueron perseguidos desde los primeros tiempos y siguen siendo perseguidos expresamente, por ser cristianos, en el mundo actual.  En su visita a Egipto les exhortaba el papa Francisco en su encuentro con sacerdotes y religiosos en el seminario patriarcal de Maadi, sábado 29 de Abril de este año:

“Deseo, en primer lugar, daros las gracias por vuestro testimonio y por todo el bien que hacéis cada día, trabajando en medio de numerosos retos y, a menudo, con pocos consuelos. Deseo también animaros. No tengáis miedo al peso de cada día, al peso de las circunstancias difíciles por las que algunos de vosotros tenéis que atravesar. Nosotros veneramos la Santa Cruz, que es signo e instrumento de nuestra salvación. Quien huye de la Cruz, escapa de la resurrección. «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino» (Lc 12,32).En medio de tantos motivos para desanimarse, de numerosos profetas de destrucción y de condena, de tantas voces negativas y desesperadas, sed una fuerza positiva, sed la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia”.
 

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